Thunder Tier One es un shooter táctico que nos adentra en el ficticio país de Salobia. Inspirado en la geografía de Europa del Este, el jugador toma el cuerpo de un escuadrón militar listo para acabar con los terroristas liderados por un tal Marko. El juego resulta estimulante de principio a fin, ¿pero eso es suficiente para mantenerlo a flote? Te contamos en nuestra reseña.
Asesinos silenciosos
Thunder Tier One ofrece dos estilos de juego principales: sigilo y acción. El tutorial introductorio explica ambos de una manera intuitiva, y los controles no resultan para nada complicados de entender. Basta superar la primera misión para tener un mejor entendimiento de las sutilezas de las mecánicas como cubrir, atacar, defender, curarse, etc.
En mi caso las demás mecánicas quedaron bien grabadas en mi cabeza luego de la segunda misión. Por este lado me refiero al manejo del inventario y los comandos que puedes ordenar a tu escuadrón. Al principio puede lucir intimidante la cantidad de opciones que tienes a tu disposición, pero una vez que tengas un panorama de tus posibilidades será más sencillo tomar la decisión correcta en tu misión.
Imagen: KRAFTON
Porque el título es grandioso al crear una atmósfera tensa en la que cada movimiento importa, y un pequeño error podría costarte la vida, y la de tus compañeros. A este sentimiento contribuyen decisiones de diseño como hacer la muerte de tus compañeros permanente dentro de cada misión (aunque al iniciar la siguiente no presentarán ni un rasguño). Otro ejemplo es el de las alertas enemigas. Con todo el estilo de Metal Gear Solid, los enemigos pueden alertar a sus aliados de tu presencia. Esto casi siempre desemboca en una balacera de la cual es difícil escapar. Los enfrentamientos pueden arrastrar a todo tu equipo a la derrota, así que más vale checar dos veces si vale la pena hacer ese disparo.
La tensión del campo de batalla es parte fundamental de todo simulador si aspira a comunicar de una manera y otra los horrores de la batalla, y en eso Thunder Tier One triunfa a nuestro parecer. Incluso en la dificultad más accesible es evidente que estamos al borde de la muerte, pues tres o cuatro disparos pueden liquidarnos en cuestión de segundos. Las misiones en las que nos veremos superados en número no son pocas, por lo que siempre hay que replantear la estrategia en tiempo real.
La guerra no es como la pintan
Imagen: KRAFTON
En un acto de traición a la patria o insubordinación, de vez en cuando los cabos bajo tu mando deciden no hacer caso de tus órdenes. Al principio me sentí tan desconcertado como un capitán en plena balacera, pero con el tiempo me di cuenta de que efectivamente era una pequeña dificultad técnica relacionada con la inteligencia artificial. Me divierte pensar que por un momento creí descubrir residuos de agencia en mis soldados, pero no. Los enemigos tampoco son los terroristas más inteligentes del mundo. Es difícil pensar que la misma gente que construyó bases subterráneas para ocultar sus actividades ilícitas es la misma que se tropieza con las piedras y avanza hacia ti cuando estás en plena balacera.
Es cierto que el sigilo es una opción para aproximarse al juego, pero siento que pierde sentido en las misiones en que es obligatorio terminar a todos los enemigos. No sirve de mucho haber tomado la ruta pacífica si al final del camino tienes la orden de no dejar supervivientes. A esto tampoco contribuye mucho el hecho de que los enemigos son máquinas de asesinar. En cuanto te vean abrirán fuego, por lo que tienden a sentirse menos como humanos y más como parodias de un criminal. Quizá hubiera sido interesante que se pudiera negociar con ellos, o que decidieran rendirse voluntariamente, pero nada de eso sucede.
Sucedió en Salobia
Imagen: KRAFTON
Salobia sería un grandioso país si no estuviera invadido por militares y terroristas. El otoño pinta sus montañas con la intensidad del fuego, los atardeceres echan chispas a la distancia entre balaceras, el mar ruge mientras capturas al criminal más buscado del país en un buque tragado por la neblina. Este patetismo solo se compara con lo agradable que resultan los mapas del juego. Ya sea por su fetidez a vertedero olvidado o por sus complicados bosques oscuros, Thunder Tier One tiene un gran sentido de la geografía virtual, y lo usa a su favor.
Algunas misiones implican la búsqueda de documentos clasificados dentro de los cuarteles del enemigo. No te diré dónde suelen ocultarse, pero un poco de sentido común hace falta para hallarlos. Sentido que no tuve durante mi partida, pues a veces terminé buscándolos entre los arbustos o al pie de los árboles. La respuesta es más sencilla, y también nos da una idea de lo que haría cualquier persona en esa situación.
Los mapas suelen ser sencillos de leer y transitar, con una construcción lineal que más que restringir al jugador le muestra el camino, abriendo posibilidades de acción en diferentes momentos de la campaña.
Bienvenido a la milicia
Imagen: KRAFTON
El título explota las fantasías bélicas como cualquier otro simulador, y en ese sentido no resulta precisamente novedoso. Es una representación lo suficientemente convincente del campo de batalla: desde armas hasta nombres en código y los tipos de armamento, no hay detalle que se le escape. No obstante, a la vez, resulta lo suficientemente prototípico como para ser divertido. Porque claro, la acción siempre resulta entretenida en un videojuego si se ejecuta bien, y ninguna de sus pequeñas asperezas dañan demasiado la experiencia de juego en este título.
No obstante me quedé con la sensación de que Thunder Tier One no tiene nada más que decir. Es una experiencia compacta y divertida en su propio derecho. ¿Se puede decir que es un juego palomero como lo decimos de las películas? Al menos eso es lo que sentí con este título, fuera de sus ocasionales fallas técnicas. No tiene el nivel de detalle que simuladores bélicos como Arma 3, pero eso no quiere decir que no merezca tu atención.
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